jueves, 25 de agosto de 2022

EL MIEDO


 

Creo o me parece que el miedo se ha apoderado de nosotros. Miedo a la Pandemia, miedo a una posible tercera guerra mundial, miedo a un desastre ecológico, miedo al diferente, miedo al futuro que nos paraliza en nuestro presente.

Estamos construyendo, (a través del mensaje del miedo que transmiten desde los diferentes ámbitos de nuestro entorno: económico, político, ideológico, incluso religioso), un egregor basado en el miedo que se alimenta de nuestros miedos individuales y grupales. Su energía crece de forma progresiva,  a medida que vamos sucumbiendo con nuestra actitud a nuestros miedos personales y que generan un miedo colectivo que como sociedades debilita y paraliza nuestra capacidad de respuesta ante un entorno que creemos o que parece construido para destruirnos como especie.

Probablemente el miedo se interioriza a partir de los mensajes que recibimos de forma sutil e interesada del entorno con voluntad de paralizar nuestra capacidad de respuesta ante las incertidumbres de la vida. “El miedo nos obliga a mantenernos en nuestra zona de confort y no nos permite avanzar y desarrollarnos, limita nuestras metas y nuestras acciones, nos mantiene bloqueados”. En estos casos el miedo deja de ser un mecanismo de alerta ante los posibles peligros para transformarse en una actitud ante la vida que sesga nuestro crecimiento.

El miedo nos aleja de la esperanza, de la capacidad de ser fraternales, de ser solidarios. El miedo nos aísla, nos hace ser temeroso del otro, del semejante, alejándonos de nuestra capacidad de tolerancia, y nos encapsula con temor para tener cualquier tipo de esperanza. Y me pregunto. Esperanza para qué?. Creo que para reconstruir un mundo colaborativo, fraterno donde el Amor sea el motor para fortalecernos como sociedades.

No sucumbir al miedo es abrirnos al deseo de cambio vital, a la posibilidad de avanzar con expectativas de reconstruir nuestras vidas y nuestro entorno, es darnos la oportunidad de renovar nuestro deseo de vivir sin temor frente a las adversidades, es que creer que siempre hay un mañana, que hay un futuro mejor porque creemos en la solidaridad y en la resilencia de nuestra especie. Como dijo Marie Curie: “En la vida no existe nada que temer, solo cosas que comprender”

Recogiendo el sentir del hermano Javier León, si empezamos a colaborar, a trabajar juntos, a apoyarnos en estos momentos difíciles para cada uno de nosotros y para la humanidad, si creo que podremos demostrar que otro mundo es posible. Y recogiendo explícitamente sus palabras: “No nos dejemos guiar por el miedo. Que el Amor sea siempre nuestra bandera, sin aplazamientos, sin espera, sin miedo”.

(JRCI)

 


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