Estamos ante tiempos complejos, donde la palabra como
instrumento de concordia, de reflexión y de esperanza ha perdido la batalla
frente al fanatismo, la intolerancia y a veces la violencia.
Hoy más que nunca creo que es importante conjugar el verbo
conciliar. Conciliar ideas, con sentimientos, legalidad con anhelos, ideologías
con propuestas, realidad con emociones, ciudadanos con Instituciones,......
Conciliar significa transformar los conflictos en una
filosofía de paz, los conflictos con diferente escala forman parte de la
nuestra realidad como especie y como individuos, el conflicto a nivel social
siempre es transformador pero debe encauzarse para que la transformación implique
un progreso en la línea de la voluntad de sus ciudadanos.
Hoy y en nuestro entorno está venciendo el miedo y/o el rechazo a
entendernos —y a vivir la democracia— como una obra en construcción permanente,
un proceso inacabado y progresivo en el que, mediante el ejercicio de
la libertad cívica, cada generación deja su huella con afán de adaptarse a
las condiciones inevitablemente cambiantes de las personas, de la
vida, del mundo.
Hoy y en nuestro entorno las propuestas transformadoras son
reprimidas, desacreditadas, sospechosas o minusvaloradas. Es lógico que el
poder siempre se muestre temeroso ante cualquier propuesta inquietante de
cambio y transformación. La razón es
siempre la misma: el miedo de los agentes del sistema a perder el protagonismo
y el control. Ya que el poder “per se” siempre es conservador, y más cuando la
cultura democrática de las clases dirigentes es relativamente joven y poco
interiorizada y se construye o se alimenta de la cultura del autoritarismo
precedente. Pero también cualquier ideología excluyente, sustentada sobre el fanatismo,
la intolerancia, y/o rechazo, insisto a veces violento al otro, no permite
profundizar en la idea o voluntad de conciliar.
Si no hay conciliación todas las partes son culpables, ya que
conciliar significa dialogo, empatía, significa utilizar la palabra como una
herramienta de futuro y de paz. Para conciliar por definición es necesaria la
figura de un mediador neutral que ayude a las partes en conflicto a allanar sus
diferencias, es decir un tercero que desde la flexibilidad y experiencia en la
resolución de conflictos, guie el proceso negociador para poder llegar a una
transacción, a una solución adoptada de mutuo acuerdo. Es un sistema que ayuda
a las partes a verbalizar, a discutir sobre sus diferencias, y sobre todo el
papel del mediador a de ayudar a presentar soluciones que deben aceptar y asumir las partes en conflicto con total libertad.
En definitiva superar las diferencias pasadas siempre es
necesario para reconciliar las partes y reconstruir las relaciones humanas y
sociales. (JRCI)