Creo o me parece que el miedo se
ha apoderado de nosotros. Miedo a la Pandemia, miedo a una posible tercera
guerra mundial, miedo a un desastre ecológico, miedo al diferente, miedo al
futuro que nos paraliza en nuestro presente.
Estamos construyendo, (a través
del mensaje del miedo que transmiten desde los diferentes ámbitos de nuestro
entorno: económico, político, ideológico, incluso religioso), un egregor basado
en el miedo que se alimenta de nuestros miedos individuales y grupales. Su energía
crece de forma progresiva, a medida que
vamos sucumbiendo con nuestra actitud a nuestros miedos personales y que
generan un miedo colectivo que como sociedades debilita y paraliza nuestra
capacidad de respuesta ante un entorno que creemos o que parece construido para
destruirnos como especie.
Probablemente el miedo se
interioriza a partir de los mensajes que recibimos de forma sutil e interesada
del entorno con voluntad de paralizar nuestra capacidad de respuesta ante las
incertidumbres de la vida. “El miedo nos
obliga a mantenernos en nuestra zona de confort y no nos permite avanzar y
desarrollarnos, limita nuestras metas y nuestras acciones, nos mantiene
bloqueados”. En estos casos el miedo deja de ser un mecanismo de alerta
ante los posibles peligros para transformarse en una actitud ante la vida que
sesga nuestro crecimiento.
El miedo nos aleja de la
esperanza, de la capacidad de ser fraternales, de ser solidarios. El miedo nos
aísla, nos hace ser temeroso del otro, del semejante, alejándonos de nuestra
capacidad de tolerancia, y nos encapsula con temor para tener cualquier tipo de
esperanza. Y me pregunto. Esperanza para qué?. Creo que para reconstruir un
mundo colaborativo, fraterno donde el Amor sea el motor para fortalecernos como
sociedades.
No sucumbir al miedo es abrirnos
al deseo de cambio vital, a la posibilidad de avanzar con expectativas de
reconstruir nuestras vidas y nuestro entorno, es darnos la oportunidad de
renovar nuestro deseo de vivir sin temor frente a las adversidades, es que
creer que siempre hay un mañana, que hay un futuro mejor porque creemos en la
solidaridad y en la resilencia de nuestra especie. Como dijo Marie Curie: “En
la vida no existe nada que temer, solo cosas que comprender”
Recogiendo el sentir del hermano
Javier León, si empezamos a colaborar, a trabajar juntos, a apoyarnos en estos
momentos difíciles para cada uno de nosotros y para la humanidad, si creo que
podremos demostrar que otro mundo es posible. Y recogiendo explícitamente sus
palabras: “No nos dejemos guiar por el miedo. Que el Amor sea siempre nuestra
bandera, sin aplazamientos, sin espera, sin miedo”.
(JRCI)