Un rostro iluminado, expectante, sorprendido. Tres elementos que configuran o concentran la contemplación: los ojos, la boca entreabierta y la perla. Una mirada y unos labios que nos interrogan y nos conmueven. Una belleza que nos habla de la sencillez, de la sensualidad, de la grandeza de un retrato anónimo pero eterno. (JRCI)
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