Cantautor que he reconocido y admirado tardíamente. Recuperado de manera
casual preparando el homenaje a un amigo que nos dejó. Uno se da cuenta con
mucha tristeza, que nuestra biografía vital se construye con lagunas de conocimiento y de experiencias significativas.
Escucho ahora y me emociono con un cantautor-poeta que olvidé,
probablemente por razones culturales. Madrid no me atraía, la vorágine hortera
de la “movida” ahogó otras propuestas
que se construían y brillaban en una ciudad en transición pre democrática. Propuestas
con un marchamo vital e intelectual más potente, más agridulce, más melancólico
y por ello más urbano.
Hilario Camacho se adelantó con sus letras, sus arreglos y propuestas
musicales, o como él dijo “su inquietud visceral, existencial” a muchos cantautores
que luego triunfaron con una puesta en escena de “granujas-golfos” urbanos, o
de melancólicos poetas del amor.
Sus letras, como “Tristeza de amor” o “Madrid amanece” reflejan un desencanto
vital desolador, y a pesar de ello, uno siente la necesidad de seguir creyendo
que la vida es un viaje-aventura con sorpresas asombrosas, maravillosas. “Tristeza
de amor un juego cruel, jugando a ganar has vuelto a perder”. Melancolía pura y
cruda sin tapujos.
Como dejó escrito en su último mensaje: “vivimos en un mundo de estafadores”. (JRCI)
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